

Poemas lonccos de Arequipa (Poesía Loncca)
La Poesía Loncca es un tipo de poema costumbrista perteneciente a la provincia peruana Arequipa. Los poemas lonccos se caracterizan por el uso del lenguaje loncco el cual nació de la fusión del castellano con palabras quechua y aimara.
Este lenguaje que inició con el mestizaje de españoles con los pobladores de Arequipa, lo usaban los campesinos de Arequipa en sus poemas Lonccos.
A continuación te compartimos algunos de los mejores Poemas Lonccos que se pueden encontrar en internet.
La Mejor Poesía Loncca
1
Saludo Loncco
Desde un bello rincón arequipeño,
he veni’u invita’u por la curiosidad
para saludarte Blanca Ciudad
en vísperas de tu cumpleaños.
Mi sombrero gasta’u y terno de paño
lo he ccapicha’u en mi vieja barrica;
como soy Loncco que no se achica,
engomina’u y con mi mejor traje,
he veni’u a rendirte mi homenaje;
a tirar prosa en tu día, Arequipa.
Ensillé mi mejor caballo de paso
al primer repique de la campana,
un ccachi de tosta’u de mi ancana;
mi quipo lleno pa’ gozar a todo lazo
y la guitarra pa’ empeñarla por un caso;
aunque no haya entrada de ccapo,
tomaré diana con el mejor huacto;
estaré en la «joroba», «jorobita» y «jorobete»,
y, si puedo aguantar, en el «andá y volvete»;
porque soy un Loncco Arequipeño nato.
También te he traido una ceronada
de mis más mejores «lonccos versos»,
guardarlos en mis arqueados tercios;
desgranados con mi modesta tonada,
dedicártelos quiero a ti, tierra amada;
tomar con nuestro Misti caballero
la chicha con el Tuturuto pendenciero;
cantar con Melgar y los Cerpa y Llosa,
una flor de texao pa’ la chica más hermosa,
y, para ustedes, el corazón de este Loncco Chacarero.
2
El Loncco
Dicen que los Lonccos somos rudos y vulgares;
también que somos rústicos, toscos y ordinarios;
pueden ponernos todos los apodos que truenen mal,
compararnos con un desgastado cuchillo oxida’u,
pero nunca nos quitarán nuestro modo de hablar.
No importa, masqueseya cantando o quetimbiando,
nuestro dejo es arequipeño, no es roto, guaso ni limeño;
Loncco es el que madruga con el Lucero matutino,
pa’ tomar el primer bebe de agua del fresco manantial
o el primer chorro de leche antes del mamanto del ternero;
Loncco es el hombre que trabaja el campo,
que despierta con el canto de los pajarillos,
para arañar la tierra, para ver si su semilla si’a empreña’u,
y con su lampa en el hombro rondando las caidas de agua,
pa’que tonccoreyen sus plantas pa’ que no se mueran de sed.
Es el que con la mansera de su apero en la mano,
y el aguijón en la otra
arenga a su yunta pa’que surquee los renglones
en la tierra que lo vio nacer y después lo accolpachó;
es el que siembra, almeya; el que guaneya, ccoreya
y el que cosecha el fruto con su sudor; no es el taima’u,
que sólo espera en el bordo que le caiga el maná del cielo,
humariando con envidia y maldades la ira del Padre Eterno;
es el que tiene sus venas inchadas por el esfuerzo;
es el que platió sus sienes quinchando y ccollupiando.
las vanidades de la ciudad o calchando y tawayando
las vivezas de «los come de’n valde» del merca’u.
Loncco, creo que es el único sano qui’a queda’u,
por eso Dios le da muchas fuerzas y voluntad ,
porque es bueno, no miente, no roba, ni es ocioso;
porqui’á calcha’u su juventud pa’ dar de comer al pueblo ,
olvidándose de guaniar el amor de su compañera,
y de humariar a su debido tiempo a sus ccoros
pa’ matar la gusanera de las malas compañías.
Loncco es el qui’a rapia’u los buenos ejemplos de la vida,
y si’a cultiva’u en la Universidad de la Naturaleza,
y su título si’a firmau en los callos de sus manos;
él nunca necesita diplomas ni pergaminos,
él sólo guarda, pa’ las futuras generaciones, la mejor semilla,
rociándole el veneno más ccapante pa’ cuidarla de la polilla.
Loncco es el que arqueya las buenas acciones,
y con el tiempo las deshoja desgranándolas con bondades;
es el que siempre escarba las papas con amor
y las escoje desde la más grande hasta la más chica,
y vende barato pa’ que las compre el que menos tiene.
es el que se muerde la jeta cuando no tiene plata,
es el que le da pa’ delante sin mirar al vecino,
descansando su cólera rompiendo o barbechando la tierra.
Loncco es el soncca un vaso de chicha con ruidosos sorbos,
pa’ pagar la Santa Tierra deseándole salud al que lo acompaña;
es el que siempre anda contento y, cuando toma, siempre dice:
!Aunque pobre, pero estoy eructando a pavooo…!
3
La Lechera
El desayuno del mejor brote
traía alegremente en el alba,
la leche blanca en su carga,
llegaba con pausado trote
y arreyando con su quirco azote,
Lecherita de mis recuerdos;
causante de mis insomnios;
¡adiós ccala malamedra!,
saludas a mi raimada suegra…
Así, deshojaba sus dichos lonccos.
Siempre fresca como una rosa,
en su burra parda montada;
cómo quemaba su hechicera mirada;
bien sonriente y salerosa,
como buena arequipeña, tirando prosa;
de reyatas y lloqque duro, su cerón.
con sus limpios porongos de latón,
mientras ella, su yaraví silbaba,
su inquieta burra rebuznaba,
oliendo pa’ meyar, buscaba un rincón.
Jala’u pa’trás su huaccali sombrero;
pa’ un la’u sus piernas con su pollera,
las largas trenzas de su cabellera
que abrigaban a su pecho hechicero,
arrancando suspiros del mejor caballero.
Con su ccocco litro por medida,
repartía la blanca y materna bebida,
entre los soñolientos ccalas galgos,
apeyándose y montando con ágiles saltos.
¡Buenos días comadrita…!, ¡burra…!
Y hace tiempo la espero en la esquina
a mi hermosa y cautivadora lechera,
creo que algún loncco la tiene prisionera
o la auyentó la edionda gasolina,
nadie me da razón, ni los vientos de la cima.
Pobre y triste, por mi mala suerte,
ya que por orgullo no quise quererte,
mi corazón ya está qquetinbiando,
inclencle estoy por haberte amado tanto,
quiero olvidarte, pero sólo con la muerte.
4
El Camayo
Una braza en la noche se anima,
se columpia en el oscuro campo;
es el cigarro que tirita en la mano
di’un camayo que se atolla regando.
Con su lampa que lleva en el hombro,
busca los bordos pa’ sacar la chamba;
agitado, chimba la escarchada hierba
endilgando surcos, arreglando trancas
Compone la chaca que’stá mal formada,
sacando la pata que no está surquiada;
sacando el suraino pa’ que no deslave,
controla la huaica en la chacarina.
Arrechina todo pa’ que nada escurra,
la hora le gana, el chilicuto advierte;
el qquesqque se mofa, el gallo lo apura;
el frío acaricia la silenciosa lucha.
Las plantas tawis deben ser regadas,
hasta que la mita con dolor se acabe;
riega una calle, riega una tablada,
correteando de la cabecera hasta la culata.
Buscando la sequedá’, de mata en mata,
no pierde ni gota, pa’ que no haya caida;
sus botas le ayudan sin temer al barro;
está ladrando el perro para la cascada.
Una carajiada, con el rondador y nada,
la compuerta caye y le corta el agua;
el loncco triste por no acabar su faina,
remanga su poncho y cierra el boquerón.
Una pequeña braza se columpia y se aleja…
«es un cigarro que tirita en la mano
de un viejo camayo que estuvo regando».
5
Un Día Loncco
El madrugador lucero de la mañana,
anima al gallo cantor al clarear;
su insistente grito hace despertar
a los pajarillos de rama en rama.
Trinan alegres en la fría aurora,
tiritando todos en concierto,
saludan a su Dios que está despierto.
Los carneros balando dan sus quejas;
los jilgueros lamentan tras las rejas
y los cerdos se revuelcan en su lodo.
El “loncco” ronda el agua en su caballo,
pa’ “ccollupear” la tierra cosechada;
limpiada, barbechada y “melguiada”;
chimba, pisa la “tocgra” y se atolla
riega pa’ matar el gusano y la polilla;
lampea, lampea, el terreno está duro.
Se agotan las fuerzas, a pesar de ser rudo
corta el agua, “arrechina” los boquerones
fatigado, desenrolla sus pantalones
y se limpia el sudor que le sacó el “ccechuro”.
Les da agua a sus vacas, las muda,
quincha los bordos, saca las “chambas”,
se pone a “ccoriar”, acariciando ramas,
su mujer en el bordo le trae alegría,
por la rica “chicha” de la “picantería”.
Le da una “sonccada” a la cantarilla,
buscando acomodo: una piedra de silla.
Le da una cascada al rocoto picante;
un ruidoso eructo del aire impaciente
antes del “llatan”, “occote” y “mote”
Así el “loncco” ve perecer el día
con la lampa en el hombro se aleja,
él con su esposa y su burra vieja,
su encorvada figura en el ocaso se perfila,
sólo aullidos vienen de la penumbra fría.
Las aves en silencio vuelven a su nido,
“ccescces” y “huacchiras” van hacia el río,
los asnos cargan los pertrechos,
buscan el granero, buscan a sus techos
pa’ acurrucarse y protegerse del frío.
6
El Yaraví
¿Por qué te están olvidando, Yaraví?
Te parió la pena, te parió el celo,
en la luna llena o en algún desvelo;
¡no mueras!, vive, masqueseya por mí.
Naciste en la esquina di’una chichería,
en las cuerdas tristes di’un madero,
en el quebranto di’un viejo chichero,
al pie di’un fogón di’una noche fría.
Inspiración loncca hecha lamento,
el tormento di’un corazón que suena,
el semblante triste de una pampeña,
decima o cuarteta carajiando el llanto.
Versos que cantan sollozos di’una pasión,
en las ccoccas rejas di’una mujer amada,
reclaman beso, una caricia, una mirada,
como plegaria di’un cariño en prisión.
Lágrimas enjugadas en tiznada ramada,
dentro la humareda di’un fondo de chicha,
con fuerte anizado buscando la dicha,
gorgojeando el Loncco y la triste guitarra.


7
La Picantería
Cómo poder olvidarte, Picantería de mis pueblos,
donde sonccaba la chicha, la usma o la sayana,
con el picante jayari pa’ apaciguar la mañana;
mascando un chinchucho, con ese chaqque de nabos.
Cómo no recordar tus tiznadas paredes de adobe;
tu techo de tijera, con su ccechincha llorona;
tus claraboyas pintadas por esa paila glotona,
tras la tinaja, un chasca para que no te roben.
Tus chombas de chicha, llenas y con espuma,
la candela en la cconcha consumiendo una raja;
dos maillanas sudorosas peleando en la tinaja,
sacando la última gota al anchi de la seisuna.
Tu alegre pendón rojo, en la puerta nos llamaba;
la humareda en la chiminea derramaba el apetito,
cuando la coneja se quejaba del cututo con un grito,
mientras el carcoso «gato cconchero» miraba
Cómo voy a olvidar al huinco jalando el cconcho,
y cuando soplan la teqque, con esa larga pucuna;
a la cuchara de palo, meniando el locro pa’ la hambruna;
y al Loncco enccapichado con su chalina y su poncho.
Y la hermosa picantera, con sus trenza mal peinada,
siempre carajiando mientras la gota gorda sudaba,
silbando su triste, al son de su batán y chaqquena,
y moliendo su llatan de anauchos pa’ la picantiada.
8
Las Palomas
Cómo juegan las palomas,
cómo revolotean por la plaza;
desesperadas buscan su alimento.
por el hambre les dan caza.
Qué ingenuas son las palomas;
que alegran la plaza de las armas.
Fueron pichones del campanario,
de los vitrales, del rosario,
de las palmeras, del Tuturutu;
de la piedra granito que está de luto,
y de Arequipa en su aniversario.
Inocentes palomas de la Catedral,
hagan que el viento las lleve alto;
huyan del humo, del asfalto,
del que les quiere hacer mal,
lleven su “currucucú” hasta el trigal.
A los portales dejen de blanquear,
el humo siempre les va a ganar.
Están flacas porque no tienen pago,
el insípido maicillo en vez de trigo;
las quieren como adorno, pero sin ganar.
Huyan muy lejos, cambien de lugar,
los huertos esperándolas están,
en el campo, las semillas buscarán.
Vuelvan sólo para pasear,
vuelen que se van a enfermar.
Es Patrimonio la humanidad
sólo quieren la belleza de la ciudad,
y ustedes sólo buscan caridad.
El niño que las quiere es pobre,
el Alcalde, no gasta ni un cobre,
9
El Rondador
Don Felipe León Velarde,
el mejor rondador del agua,
a punta de lampa y zurriaga,
aunque el callo le arde,
por la mañana y por la tarde
por el trote y la montura de su alazán
y las ccetimbiadas que vienen y van.
Desde los Arrayanes hasta Tío,
rondaba el agua que da el río,
arrechinando los boquerones
de los camayos senachones,
desde el canto de los gallos
hasta que se recojan los grillos.
Detrás de él, sólo polvareda
el tronar de las herraduras;
y el ladrido de los perros,
siempre había una carajiada
en el lomo una lampa quebrada,
o un camayo como chamba.
Gritaba de banda a banda,
poniendo en la acequia respeto,
sólo por él, el campo verde.
Era un loncco de buena estampa,
su única familia fue su lampa.
Hoy descansa en su tuba fría,
sólo una cruz descolorida
es su única compañía.
El siempre quedría
levantarse de la sepultura
para seguir rodando con bravura
sentau en su montura,
hasta dejar a su caballo sin herradura.
10
El Viento
Viento…, soplo frío de las Punas;
¡alalau! de mi ccospiada vida,
picapedrero de la roca fría
con el cincel de mis tristes penas.
Resuello que a una amada susurrea
en los barrotes de su fría ventana,
ccachendo un suspiro que llama
al qquempiu que está en la lejanía.
Viento…, que arrancas a las hojas
desccolonchándolas de la vida;
las arrancas de su tronco con herida
por ser viejas, por ser ccoccas.
Madrugador, que vas errante,
ccatatando el veneno a la tierra ;
silbido frío que desde la Sierra
vienes a limpiar el suelo ccapante.
Viento…, latigueas a los mares
arrancando con bravura nubarrones,
pa’ hacer meyar hasta los rincones,
humariando la vida en muchos lares.
Andariego, que recorres por el mundo,
te accolpachas con pobres y los ricos,
galopiando por los valles, por los picos;
no te detengas, por favor, ni’un segundo.
Viento…, ¿quién eres, por qué te siento..?
¿quién es el que te anima y hasta cuándo..?;
¿será Dios que te está mandando,
o Él mismo con su prodigioso Aliento?
¿Te gustaron los poemas Lonccos?
Esta forma de poesía es muy representativa de Arequipa y una de las más creativas del arte lírico en Perú. Leerlos es una forma de perpetuar las tradiciones que no deben perderse.
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