

21 Poemas tristes de escritores famosos para llorar
La tristeza es una emoción universal. Todos la hemos sentido alguna vez entrar a nuestras vidas en forma de soledad, melancolía o dolor. Por cierto, son los poetas los que mejor han expresado la tristeza con palabras, por eso te compartimos una recopilación de poemas tristes de autores destacados.
En este listado de poemas encontrarás versos tristes de poetas como Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda, Lang Leav y otros maestros de la pluma.
Grandes Poemas Tristes
Los siguientes poemas tristes reflejan esta emoción desde diferentes perspectivas. Algunos son poemas tristes de amor, otros poemas sobre el destino cruel.
1
El Suicida, de Jorge Luis Borges
No quedará en la noche una estrella.
No quedará en la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
2
Poema 7, de Pablo Neruda
Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
Desparramando espigas azules sobre el campo.
3
¡Adiós!, de Alfonsina Storni
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán…
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón… silencia!… ¡Cúbrete las llagas!…
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!…
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! …


4
A mi amigo D. Francisco Alcaraz Jaén en la muerte de su padre, de Vicente Ruiz Llamas
Nació para morir y extraño fuera
que solitario y triste peregrino,
no recorriera el áspero camino
que al nacer el destino le impusiera.
¿Quién la corriente de la vida altera
y de la muerte el implacable sino?
¿Quién trastorna las leyes del destino
y detiene del tiempo la carrera?
Huérfano sufre tu dolor que en tanto
tus penas siente tu infeliz amigo
y, si por hallar pudieras en mi llanto
calma a tu pena y a tu dolor abrigo,
uniendo mi orfandad a tu quebranto,
sobre su tumba lloraré contigo.
5
Yo Soy, de Alejandra Pizarnik
mis alas?
dos pétalos podridos
mi razón?
copitas de vino agrio
mi vida?
vacío bien pensado
mi cuerpo?
un tajo en la silla
mi vaivén?
un gong infantil
mi rostro?
un cero disimulado
mis ojos?
ah! trozos de infinito
6
Los Heraldos Negros, de César Vallejo
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre…pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
7
Angelus, de Mario Benedetti
Quién me iba a decir que el destino era esto.
Ver la lluvia a través de letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.
Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.
8
El Dios Triste, de Gabriela Mistral
Mirando la alameda de otoño lacerada,
la alameda profunda de vejez amarilla,
como cuando camino por la hierba segada
busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.
Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto
por la alameda de oro y de rojez yo siento
un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto
¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!
Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte
Señor, al que cantara de locura embriagada,
no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte
tiene la mano laxa, la mejilla cansada.
Se oye en su corazón un rumor de alameda
de otoño: el desgajarse de la suma tristeza.
Su mirada hacia mí como lágrima rueda
y esa mirada mustia me inclina la cabeza.
Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,
plegaria que del polvo del mundo no ha subido:
“Padre nada te pido, pues te miro a la frente
y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido”.
9
He aquí que tú estás sola y que estoy solo, de Jaime Sabines
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy solo una parte, solo un brazo,
una mitad apenas, solo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.
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10
Rima XXX, de Gustavo Adolfo Bécquer
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?
11
Te Espero, de Mario Benedetti
Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas,
lo sé, sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
que las noches son más frías,
sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor,
pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tú allá, yo aquí,
añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la Luna oculta ese Sol tan radiante,
me siento solo, lo sé;
nunca supe nada tanto en mi vida,
solo se que me encuentro muy solo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto,
la vida se me acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tú,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?,
te preguntarás…
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Y por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo…?
12
Dónde, de Juan Gelman
¿en qué tinieblas te envolvés? /
no hablo con vos / no me oís hablar /
no te respiro / no te veo / me forjan
los martillazos de tu ausencia /
siempre te amaré/ siempre
mis versos doloridos de vos
diré en la soledad/ como si fueras
fruta secretamente habida/
ciega bajo la falda
de una niña/ perdida en su memoria/
huyendo/
triste de su rubor/
Poemas tristes cortos
Si en lugar de poemas largos, prefieres otros que sean más breves, acá te mostramos algunos poemas tristes cortos que aun con pocas palabras son capaces de conmovernos.
13
“Curriculum Vitae” Blanca Varela
digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora
14
Una pregunta, de Robert Frost
Una voz dijo, mírame en las estrellas
Y dime en verdad, hombre de la tierra,
Si todas las cicatrices del alma y cuerpo
No fueron demasiado precio a pagar por vivir
Ver también: Poemas Cortos de autores célebres
15
La Tristeza Pequeña, de Dulce María Loynaz
Esta tristeza pequeña
que podría guardarse en un pañuelo…
Esta tristeza que podría echar
con las flores marchitas.
Que podría llevársela volando
el viento.
Y que no vuela.
Y que no se echa.
¡Y que no cabe ya en mí toda!….
16
Una Lección, de Lang Leav
La chica que sonríe todo el tiempo
es la que nunca está bien
El chico al que le rodean
los amigos
desea que la vida termine
Para los que dicen que nunca lo supieron:
el más triste no deja señales
17
Tristes Guerras, de Miguel Hernández
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, Tristes.
Poemas para llorar
Los poemas tristes son capaces de hacernos llorar. Al sentirnos conectados con estos poemas podemos vernos reflejados en la desesperanza y dolor de los poetas los escribieron como si de un espejo se tratara, los siguientes poemas de tristeza son un ejemplo claro de ello.
18
Poema número 19, de Idea Vilariño
Quiero morir. No quiero
Oír ya más campanas.
Campanas – qué metáfora-
o cantos de sirena
o cuentos de hadas
cuentos del tío -vamos-.
Simplemente no quiero
no quiero oír más campanas.
19
El mar no es más que un pozo, de Idea Vilariño
El mar no es más que un pozo de agua oscura,
los astros solo son barro que brilla,
el amor, sueño, glándulas, locura
la noche no es azul, es amarilla.
Los astros solo son barro que brilla,
el mar no es más que un pozo de agua amarga,
la noche no es azul, es amarilla,
la noche no es profunda, es fría y larga.
El mar no es más que un pozo de agua amarga,
a pesar de los versos de los hombres,
el mar no es más que un pozo de agua oscura.
La noche no es profunda, es fría y larga;
a pesar de los versos de los hombres,
el amor, sueño, glándulas, locura.
20
Canto, de Alejandra Pizarnik
el tiempo tiene miedo
el miedo tiene tiempo
el miedo
pasea por mi sangre
arranca mis mejores frutos
devasta mi lastimosa muralla
destrucción de destrucciones
solo destrucción
y miedo
mucho miedo
miedo
21
La Marea, de Susana Thénon
Es dura de aguantar
esta larga ingratitud
de las horas
cuando al fin de tu sueño
compruebas
que se alejaron sin amarte.
Doloroso es sentir
cómo la tarde se desprende
y te deja
sin su piel cristalina,
sin su abrazo.
Triste es todo en su fondo
cuando a solas
desciende y sube la marea
de la sangre.
Triste y fundamental
y turbio
es este ardor
sin tregua.
¿Te gustaron estos poemas tristes?
Aunque la tristeza sea vista comúnmente como algo destructivo, esta puede traer cosas positivas: puede motivarnos a ser mejores o puede crear versos hermosos que trasciendan el tiempo.
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